<span style="font-weight: bold; font-size: 8pt;">Por: RICARDO VALENCIA lDIRECTOR ESTRATÉGICO DE LA INICIATIVA REGIONAL PARA EL RECICLAJE INCLUSIVO</span><br /> <br /> Y es que cada año se producen en el mundo alrededor de 1.900 millones de toneladas de residuos, cantidad que podría llegar a los 2.200 millones de toneladas en 2025, equivalente en basura diaria al peso de la Gran Pirámide de Giza en Egipto, lo que plantea un reto sin precedentes en materia de gestión de residuos.Tan sólo en América Latina, cada persona genera en promedio 0.63 kg de residuos sólidos, sin imaginarse que sus desechos podrían ser la base de una industria que mueve, a nivel global, alrededor de USD 500.000 millones al año.<br /> <br /> Y es que más allá de un “hábito de moda” o un acto de conciencia ambiental, el reciclaje se está convirtiendo en una industria de enorme potencial de negocio. Países como China e India lo han entendido y hoy suplen buena parte su demanda de materias primas con la recuperación e importación de residuos sólidos.<br /> <br /> Donde antes sólo se veía basura, poco a poco se ha ido descubriendo gran riqueza, un cambio de enfoque que en América Latina ha sido impulsado principalmente por los llamados “recicladores informales”, más de 4 millones de personas que constituyen un sector en pleno desarrollo. Hoy, los países de la región no sobrepasan el 15% de recuperación de desechos reutilizables, no obstesorostante, de acuerdo con la IRR, se trata de una industria en crecimiento, entre otros factores, debido al aumento en la generación de residuos y la correspondiente disminución de espacio para su disposición final, la adopción de la gestión integral de residuos sólidos como modelo de manejo para gobiernos nacionales y municipales, la aplicación de políticas de sostenibilidad en empresas para optimizar procesos de producción y combatir la escasez de materias primas, y también la crisis económica y de desempleo que ha llevado a gran cantidad de personas a trabajar en la recuperación de residuos sólidos.<br /> <br /> Si bien los recicladores informales son aún percibidos en muchos países de América Latina como un problema social, existen ciudades como Diadema, Londrina y Natal en Brasil; Buenos Aires en Argentina; Bogotá y Bucaramanga en Colombia; y Quito en Ecuador, que han comprendido su valor en la cadena y han puesto en marcha interesantes esquemas de formalización que están dando muy buenos resultados.<br /> <br /> <span style="font-weight: bold;">Una actividad sostenible</span><br /> Numerosos ejemplos en la región demuestran que vale la pena apostar por el reciclaje, no sólo como una actividad sostenible sino como una industria de gran potencial. Cito algunos ejemplos: México se ha convertido en el mayor reciclador de PET de la región, recuperando el 60% de su consumo -428 mil toneladas de PET recicladas en 2013-, de las cuales el 62% fue exportado a Estados Unidos y China. México tiene ya 12 plantas especializadas en reciclaje, que han representado una inversión superior a los USD 270 millones. <br /> <br /> Se trata de una industria que se ha construido a base de una gran voluntad y coordinación, logrando la suma de empresas como Coca-Cola y PepsiCo, así como de miles de recolectores. Otro gran ejemplo es el de la empresa SIDERPERU que en 2010 emprendió junto con la Cooperación Técnica Alemana el proyecto “Integración del Sector Informal en la Cadena del Acero”, en cuyo marco se generó un modelo de reciclaje que facilita la integración de los recicladores de residuos metálicos a la cadena de valor, creando no sólo fuentes de empleo para las familias dedicadas a la recolección y venta de chatarra que vieron mejoradas sus condiciones de trabajo, sino que también la compañía se ha beneficiado del incremento en el suministro de reciclables metálicos. Hasta el 2012, existían ya 65 plantas de reciclaje en la región pero aún queda mucho camino por recorrer. <br /> <br /> Sin el reciclaje, más de 15 millones de personas que trabajan y viven de esta actividad en el mundo –alrededor del 1% de la población global-, carecerían de modus vivendi; millones de toneladas más de residuos sólidos saturarían los vertederos en el mundo y la extracción de materias primas sería todavía más acelerada.