El primer sistema de pensiones, como se conoce hoy, nació en Alemania como una iniciativa de la empresa privada en 1853. La idea era que un trabajador que tuviera asegurada a su familia y así mismo, sería más productivo. Luego, en 1889 fue institucionalizado por Otto von Bismarck. Los demás países empezaron a implementarlo luego de la Primera Guerra Mundial. Sin embargo, en 1994 el Banco Mundial, a través del documento Averting the Old Age Crisis [Envejecimiento sin crisis], fomentó reformas de los sistemas debido a los problemas financieros que empezaban a avizorarse. Particularmente, motivó una transición hacia sistemas privados de capitalización. La mayoría de países que tomaron esta iniciativa fueron naciones en desarrollo (América Latina y Europa del Este-que ahora están deshaciendo dichas reformas-).Países de Europa Occidental mantuvieron los sistema de reparto, pero han hecho reformas paramétricas y estructurales presionados por una demografía, donde la longevidad está alcanzando cifras no imaginables en el momento de su creación. Ecuador, por su lado, ha sido la excepción, no hizo ningún tipo de reformas, por ejemplo la fórmula de cálculo de la pensión (promedio de los 5 salarios más altos) está desde 1958. No obstante, varios estudios actuariales advierten de una previsible quiebra si no se hacen reformas inmediatas. Empero, para garantizar una sostenibilidad en el largo plazo, es necesario realizar también una evaluación de tipo económico y social. En la tesis doctoral titulada “The economics of pensions: Applications to Ecuador (a country with a large informal sector)” [Economía de las pensiones: Aplicaciones a Ecuador (un país con alta informalidad)], se estudia por primera vez cuáles son los impactos del sistema de pensiones en la micro y macroeconomía del país. En el presente artículo, que se basa en dicha investigación, se presenta un diagnóstico de la demografía, del mercado laboral y del sistema incluyendo resultados de la desigualdad entre pensionistas. Antes de pasar a presentar los resultados, realizaremos una breve introducción conceptual y normativa que nos permitirá entender los problemas actuales del sistema de pensiones y plantear posibles reformas para el futuro. CONCEPTO Y NORMA El IESS maneja tres tipos de seguros: General Obligatorio, Voluntario y Campesino. El porcentaje total de las aportaciones (20,6%), pagadas por empleadores y empleados, permite cubrir 4 tipos de riegos (cada uno con su respectivo fondo): salud, desempleo, riesgo laboral, y de Invalidez, Vejez y Muerte (IVM). El fondo (sistema de pensiones), que paga las pensiones (contributivas) a los jubilados, ha sido financiado con el 9,84% (durante los últimos años) y con un subsidio del Estado correspondiente al 40% de las prestaciones (pagado desde 1942 cuando se creó la Ley de Seguridad Social (LSS) que norma los requisitos y pago de las pensiones). La edad legal para jubilarse es, principalmente, 60 o 65 años siempre y cuando se tenga 30 o 15 años de aportaciones, respectivamente. Esta condición, que permite una reducción de 15 años de aportaciones en tan solo 5 años, junto con la fórmula de cálculo de las pensiones genera grandes desigualdades entre la población jubilada, así como otro tipo de distorsiones en el mercado laboral (por ejemplo, una persona podría empezar a cotizar desde los 50 años y recibir una pensión-que podría ser bastante alta con respecto a lo que ha aportado- a los 65 años). Cabe indicar que un sistema de pensiones debe garantizar que se cumplan los siguientes objetivos: suavizar el consumo a lo largo de la vida de una persona; asegurar una pensión hasta la muerte; redistribuir las rentas; y, prevenir la pobreza de los adultos mayores. El tipo de sistema ecuatoriano es de reparto (los contribuyentes actuales pagan las pensiones de los jubilados) y de prestación definida (los cotizantes conocen la fórmula de cálculo de la pensión). Una de las condiciones fundamentales para la sostenibilidad de un sistema de reparto es contar con una población económicamente activa joven. DEMOGRAFÍA Ecuador tiene una tasa de fecundidad de 2,44 hijos por mujer en edad fértil, para el año 2060 se estima que será de 1,84. En los años 50 (primeros años de la LSS) la tasa estaba en 6,75 hijos. Con la tasa actual, la población decrecerá. Por otro lado, la esperanza de vida ha aumentando significativamente. En la actualidad, la esperanza de vida a los 60 años está en alrededor de 23.47 años, y se espera que para el 2060 esté en 27.19 años. Sin duda es una buena noticia, pero ello significa mayor presión para el sistema. La pirámide poblacional del Ecuador perderá su forma para el 2050, donde la base se estrechará y la parte superior crecerá (ver Figura 1). El análisis del envejecimiento hay que complementarlo con la tasa de dependencia (la proporción de mayores de 60 años respecto a la población en edad de trabajar entre 15 y 59 años). En 2015, por ejemplo, este indicador estaba en 16,26%, es decir, por cada persona mayor a 60 años habían 6,15 personas en edad de trabajar. Para el año 2050, se estima que serán 2,7 personas. Evidentemente, no todos aportan al IESS. Es lógico pensar que si vivimos más años, podríamos dedicar una parte de ese tiempo extra de vida a trabajar. Así, una de las primeras medidas que se debe estudiar es el aumento de la edad de jubilación. MERCADO LABORAL En Ecuador la cobertura de la seguridad social está asociada con el empleo adecuado (ver Figura 2). La situación del mercado laboral ecuatoriano es bastante crítica, la tasa de empleo 'adecuado' se ha mantenido en promedio en el 30% y por debajo de la tasa de empleo 'no adecuado' (a excepción de 2014). Esta situación hace que Ecuador, comparado con los países de la región, tenga una de las tasas más bajas de cobertura de la seguridad social (26% en 2010, ver Figura 3). Si analizamos a los individuos con empleo y que tienen seguro General por edades, se evidencia que los más vulnerables son los jóvenes (15-24 años) y los mayores (55-64 años); mientras que los más favorecidos están entre 25 a 34 años. Por otro lado, a pesar de que la tasa de cobertura de la población en el IESS ha crecido en la última década, ha decrecido significativamente desde 2014, lo que significa más presión en el balance financiero del sistema. Este escenario se agravará por las nuevas tecnologías que favorecen el empleo independiente y la informalidad, por lo cual podría ser necesario ampliar las prestaciones a unas de tipo universal. PENSIONES: DERECHOS ADQUIRIDOS Y DÉFICIT FINANCIERO Las perspectivas del sistema de pensiones no son muy alentadoras, el sistema tiene un déficit crónico. Al 2018 representó el 1,64% del PIB que es mayor incluso que el de España (1,5%) que tiene serios problemas de envejecimiento. De acuerdo al reciente estudio actuarial presentado por el IESS, esta situación está haciendo que el fondo de reservas del sistema se contraiga y podría reducirse a 0 en el año 2023. En el 2015 tan solo un 25% de la población mayor a 65 años tenía una pensión (contributiva) de vejez. En 2010, el porcentaje fue del 20% aproximadamente (21 puntos porcentuales por debajo de la media de América Latina y el Caribe). Respecto al valor de la pensión, la Figura 4 presenta los resultados de la tasa de sustitución (relación entre pensiones y salarios durante la vida laboral) esperada para el caso de Ecuador, América Latina y algunos países desarrollados. Ecuador tiene una de las más altas del mundo (94,2%), superando a países ricos como Holanda, Noruega, Finlandia, Suecia, Alemania y Estados Unidos. Por ejemplo, si el salario promedio durante la vida laboral de una persona fue de USD 1.000, recibiría una pensión contributiva de USD 942. El 40% de aporte del estado al gasto en pensiones contributivas del IESS representa un 70% de subsidio a la pensión (42% por encima de la media de América Latina). Es decir, si una persona recibe USD 1.000 como pensión jubilar, el Estado estaría subsidiando USD 700. La proforma 2020 contempla USD 1.252 millones aproximadamente para el pago de dicho 40%, cantidad que representa 3,53% del presupuesto del Estado y el 19% del total del déficit fiscal (USD 6.665 millones). Asimismo, este valor representará el 40% del valor asignado a la Salud, y más del 100% del valor asignado a la Educación Superior. Aún con dicho subsidio no será suficiente para evitar el quiebre del sistema en el futuro. Ecuador y Brasil sufrirían los crecimientos del gasto en pensiones más altos de la región (4 veces) dentro de las próximas décadas. Sin embargo, esta estimación mejorará para el caso brasileño porque su Senado aprobó recientemente unas reformas al sistema de pensiones que proveerán ahorros de aproximadamente USD 217.5 mil millones durante los próximos 10 años. Desafortunadamente en Ecuador el debate se centra alrededor del mandatorio pago del 40% por parte del Estado financiado a través de impuestos. En este contexto, el sistema de pensiones ecuatoriano es parcialmente contributivo. Finalmente, un aspecto social no debatido es la desigualdad existente, tanto entre los pensionistas contributivos como en los no contributivos. Con respecto a los primeros, el coeficiente de Gini (valor entre 0 y 1. Cuando se acerca a 1 hay mayor desigualdad) en 2017 fue de 0,28 y 22 para hombres y mujeres, respectivamente, cuando la media en la OCDE es del 0,158. Dichos indicadores ascienden a 0,38 y 0,28 cuando se incluyen a los pensionistas no contributivos. Para mitigar este problema, así como para reducir el déficit financiero, la autora estudió los efectos de sistemas alternativos (ampliación del tiempo en el cálculo de la pensión a 15 y a 25 años; sistema de cuentas nocionales con contribución definida). Los resultados de dichas simulaciones presentan mejoras significativas en reducción de desigualdades y en gastos.Por _ Margarita Velín Fárez, Doctora (PhD) en Economía y Gestión Empresarial. Investigadora asociada del IAES, Universidad de Alcalá. Consultora en LV Research & Consulting.