En el entorno de Latinoamérica y el Caribe, hemos mantenido el puesto 14 entre 18. Esto significa que no estamos dando los pasos acertados como nación para mejorar un factor que es reconocido como clave en el logro de niveles de competitividad de clase mundial. Adicionalmente, es un síntoma de que los esfuerzos de los actores económicos como empresas, academia y gobierno por mejorar la innovación en el país son aislados, no conforman un ecosistema integrado, condición indispensable para el desarrollo de la innovación. Y también genera efectos adversos la errada concepción que se tiene en todos los ámbitos de lo que es la innovación ya que cualquier cosa es publicada en periódicos, revistas, folletos, catálogos de universidades como innovación o innovadora: una escalera mecánica, un proceso imitado, la copia de un producto, la incursión en una nueva provincia. Lo que hace competitivas a las empresas es la innovación correctamente definida o sea la generación de un nuevo producto, el diseño de un nuevo proceso (de fabricación, de comercialización o administrativo) o la adopción de un modelo de negocio, que no existe en ninguna otra parte y que aporta valor añadido al cliente. La innovación da origen a factores diferenciadores. Cuán competitiva es una empresa depende de cuánto haya desarrollado la innovación y ese desarrollo, a su vez, será tan intenso en la medida en que al interior de la organización se estimule, se procese y se desarrolle un alto nivel de creatividad. Las empresas ecuatorianas deberían apresurarse a incrustar la innovación dentro de la cultura organizacional, como un modelo de gestión bajo un firme mando gerencial que fundamente la tarea en equipos de trabajo dedicados a descubrir novedades, a observar tendencias, a pensar y crear proyectos, y todo ello dentro de la disciplina de un proceso de la misma jerarquía e importancia que los de mercadeo, finanzas, recursos humanos, producción. Parafraseando el título de un libro: no es el competidor más grande el que se come al chico, es el más rápido el que se traga al lento. El esquema propuesto puede representarse como una concatenación de factores que culminan en el resultado esperado:Y es de la creación de valor de lo que hemos estado hablando en los artículos anteriores. Ahora bien, la innovación no atañe únicamente a las empresas: es indispensable la acción interactuada de ellas con universidades, institutos de investigación y entidades gubernamentales. El gobierno debe ser el gran facilitador de tal concertación. Además, sus programas existentes de estímulo y financiamiento deben ser complementados con una clara protección sobre la propiedad intelectual y con la simplificación y agilidad en los trámites de patentes. Por _ Fabian Proaño N. | faprote7@yahoo.es