La falta de recursos económicos es una característica de la pobreza, sin embargo, la Agenda 2030 aborda el problema de un modo más profundo que la carencia o insuficiencia de ingresos. La pobreza que el mundo se comprometió a erradicar es multidimensional: se relaciona con el hambre y la desnutrición, el acceso limitado a la educación y a otros servicios básicos, la discriminación social y la exclusión, así como la falta de participación en la toma de decisiones. Esto quiere decir que la erradicación de la pobreza requiere de un crecimiento económico que sea inclusivo y sostenible, pero también de inversión en infraestructuras sociales y físicas de calidad. Implica garantizar los niveles esenciales de acceso y calidad de los servicios de salud, educación, acceso a agua potable y saneamiento. También quiere decir que hay que abordar las causas subyacentes de los conflictos sociales, así como de las crecientes tensiones causadas por los escasos recursos naturales de los que dependen los pobres. Y, por supuesto, supone contar con sistemas de protección social bien diseñados para proteger a los grupos más vulnerables y marginados de los impactos del clima extremo, las pandemias y las crisis económicas; hechos que los pueden llevar a recaer en la pobreza. La medición de la pobreza multidimensional Con el objetivo de medir la pobreza multidimensional a nivel global, en 2010 el PNUD y la Iniciativa sobre Pobreza y Desarrollo Humano de Oxford, desarrollaron por primera vez de manera conjunta, el Índice de Pobreza Multidimensional (IPM). El IPM mira más allá del ingreso monetario y muestra cómo la pobreza es la experiencia de enfrentar carencias múltiples y simultáneas. El Índice analiza cómo las personas quedan rezagadas en el ámbito de la salud, la educación y el nivel de vida, con carencias tales como la falta de acceso a agua potable, a saneamiento, a una nutrición adecuada o a educación primaria. Aquellos que se ven privados de al menos un tercio de los componentes del IPM, se clasifican como multidimensionalmente pobres. Las cifras de 2018, estrechamente alineadas con varios de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), cubren casi tres cuartas partes de la población mundial. Según las estimaciones del IPM Global de 2018, aproximadamente 1.300 millones de personas viven en la pobreza multidimensional, lo que representa casi una cuarta parte de la población de los 104 países para los que se calculó el IPM. De estos 1.300 millones, casi la mitad, el 46%, viven en pobreza severa y sufren carencias en al menos la mitad de las dimensiones que cubre el IPM. Además, la mitad de las personas que viven en este tipo de pobreza son menores de 18 años. La gran mayoría (1.100 millones), de los multidimensionalmente pobres de todo el mundo, viven en zonas rurales. Ahí, la tasa de pobreza multidimensional es del 36%, 4 veces mayor que la de las personas que viven en los núcleos urbanos. Los datos muestran que, además de los 1.300 millones de personas identificadas como pobres, otros 879 millones de personas corren el riesgo de caer en la pobreza multidimensional, algo que puede ocurrir rápidamente como consecuencia de conflictos, enfermedades, sequías, desempleo y otras crisis. Al presentar las cifras, Achim Steiner, Administrador del PNUD decía: “El Índice de Pobreza Multidimensional proporciona una información vital sobre cómo la gente experimenta la pobreza y facilita una nueva perspectiva sobre la escala y la naturaleza de la pobreza global, al tiempo que nos recuerda que eliminarla en todas sus formas, está lejos de ser imposible”.