"La región puede convertirse en la mayor víctima del covid-19", advierte Miguel Lago, director del Instituto de Estudios para Políticas de Salud, IEPS, con sede en Río de Janeiro. La razón: América Latina, que de por sí ya tiene un cuadro sanitario mucho más complejo que el de países como Italia y España, también le destina muchísimos menos recursos a la salud pública. Y, como resultado, las autoridades sanitarias latinoamericanas muy seguramente tendrán que hacerle frente al nuevo coronavirus en condiciones mucho más difíciles que sus similares europeos, que ya han empezado a verse superados por el avance de la pandemia. Con un gasto en salud per cápita de US$ 1.076 anuales, en 2017 América Latina destinó a salud tres veces menos que los países de la Unión Europea, que en promedio gastan US$3.364 por cabeza, según cifras de la Organización Mundial de la Salud. El gasto en salud no es el único indicador a tener en cuenta a la hora de valorar la capacidad de un país para hacer frente a una epidemia como la del coronavirus. Es decir, los países que menos invierten en la salud de sus habitantes están casi invariablemente en peor situación que los demás: no en balde la Organización Panamericana de la Salud identificó a Bolivia, Guatemala, Haití, Honduras, Nicaragua, Paraguay y Venezuela como los países latinoamericanos "que conllevan más riesgos". Un gasto alto, también puede ser un gasto ineficiente. Y, además, los recursos no siempre se distribuyen equitativamente. De hecho, como bien prueba el ejemplo de Estados Unidos -el país con el gasto per cápita en salud más alto del mundo- un elevado nivel de gasto no necesariamente se traduce en un acceso universal a la salud, lo que constituye un serio problema a la hora de enfrentar epidemias. Y en el caso latinoamericano lo mismo ocurre con países como Chile, el segundo en gasto per cápita de América Latina pero el 15 en el índice de cobertura universal de la OMS. Parte del problema es que si bien en América Latina hay numerosos sistemas de salud que tienen como objetivo declarado la cobertura universal -incluyendo al chileno- en la práctica persisten numerosas barreras. Y una particularmente importante es la altísima proporción de los gastos de bolsillo como porcentaje del gasto total en salud que se observa en la mayoría de países de Latinoamérica. Los pagos directos que se hacen para acceder a servicios no incluidos en los planes de cobertura de los diferentes tipos de seguros, o compensar por la falta de calidad, integralidad u oportunidad de los que ofrece la sanidad pública, impiden o retrasan la atención, además de hacerla más costosa para las personas y el sistema. Y ayudan a entender por qué la Organización Panamericana de la Salud estima que un 30% de la población de la región no tiene acceso a atención de salud debido a razones económicas. Y las barreras que la alientan no son sólo económicas: según la misma OPS, un 21% de los latinoamericanos también renuncia a buscar atención en salud debido a barreras geográficas. Unas barreras que, por el contrario, no serán capaces de detener al virus, lo que hace que las desigualdades que también existe entre los diferentes países latinoamericanos también le plantearán problemas a los mejor preparados. Con información de: bbc