En su largo recorrido, hay hitos importantes como ser el fundador y durante 12 años, Presidente de Fundación Natura, miembro de la Asamblea General de la Fundación Charles Darwin, Director de la Fundación Esquel, miembro del Fondo Mundial para la Naturaleza EE UU (WWF), Director de Metropolitan Touring y miembro de la iniciativa para conservar el crudo bajo tierra Yasuní-ITT. Roque Sevilla, además, de ser uno de los empresarios más respetados del país, fue Alcalde de Quito (1998 y 2000) y hoy encabeza el liderazgo de Grupo Futuro, un holding empresarial que agrupa a 14 empresas nacionales. En un nuevo encuentro con Grupo Ekos, junto a Ricardo Dueñas, su Presidente Ejecutivo, Sevilla expuso de manera frontal sus preocupaciones sobre la crisis climática, el desafío más grande que enfrenta actualmente la humanidad. Un largo recorrido “Mi camino hacia la sostenibilidad comenzó a mis 17 años. En ese entonces, mi padre era embajador del Ecuador en Alemania. Mientras cursaba el sexto curso, estudié a Thomas Robert Malthus, escritor del libro, ‘Ensayo Sobre el Principio de la Población’. Recuerdo que en ese entonces, vino a mi mente la pregunta sobre ¿qué va a pasar con el planeta en cuanto al crecimiento poblacional? Bastante más tarde, y gracias a la estrecha amistad que mantenía con Fernando Ortiz Crespo, asistí a una charla que dictó en la Universidad Católica, sobre la riqueza biológica del Ecuador y la importancia de crear una organización que la protegiera”. Fue así como en 1976, Sevilla crea Fundación Natura, una organización sin fines de lucro donde ocupó la Presidencia durante 12 años, hasta 1988. “Una de las primeras gestiones que hicimos fue un estudio sobre el estado ambiental del país. Se analizaron 18 campos de acción. Allí quedó demostrado que no había conciencia social sobre la temática ambiental. Las personas que se preocupaban eran consideradas hippies, unos románticos de Woodstock”. (Ríe). Para el empresario, Fundación Natura fue algo así como el Ministerio de Ambiente de la época. “Luego, cuando se crea este Ministerio, la trascendencia de la organización fue cambiando. Salí de allí para formar parte del Directorio del Fondo Mundial de la Naturaleza de EE UU (WWF), y luego fui Vicepresidente de la Fundación Charles Darwin. Su relación con el mar A sus 28 años fue testigo de un derrame de petróleo en una zona cercana a la playa de Atacames. “La costa quedó destrozada y esta imagen me marcó para siempre. Ahí mismo, le juré al mar secretamente que iba a hacer algo importante por él”, recuerda. En el año 1984, lo nombraron Director Nacional Forestal, donde estuvo a cargo de la forestación y del manejo de los parques nacionales. “Convencí, con documentación científica, a Marcel Laniado, -Ministro de Agricultura de ese entonces - y a León Febres Cordero – Presidente - crear un área marina protegida en las Islas Galápagos. Ese fue el origen del Área Marina Protegida que se estableció en 1986”. El lado positivo de la conservación Durante su gestión como Director Nacional Forestal, visualizó la trascendencia y el impacto que tiene la protección y la preservación, sobre todo de los ecosistemas marinos. “A lo largo de casi 40 años de buceo, y más de 250 inmersiones en Galápagos, he visto la positiva evolución de los mares. En los años 80 había una tremenda escasez de fauna marina. Hoy, la salud del océano, en esta área protegida, está bastante mejor, pues al prohibirse la pesca industrial, ha habido una recuperación extraordinaria de la fauna marina”. Descarbonizar la economía, un tema prioritario “El aceleramiento del calentamiento de la atmósfera, que sucede desde el año 2000 en adelante, es un tema gravísimo. Todos los esfuerzos son intranscendentes si no se le da mayor importancia a mitigar la crisis climática pues a muy corto plazo, todos los seres vivientes se van a ver afectados. Las siguientes generaciones no tienen ninguna oportunidad si la situación continúa igual”, afirma. Su propuesta concreta radica en la descarbonización total de la economía. “Hace pocas semanas, me reuní con representantes del Gobierno y con los 4 miembros de la iniciativa Yasuní ITT: Yolanda Kakabadse, Francisco Carrión y Carlos Larrea Maldonado, para presentar un proyecto integral llamado ‘Yasuní 2.0’. La propuesta plantea 30 acciones concretas y tiene como finalidad descarbonizar la economía, un tema estipulado en el Acuerdo de París. Aquellos países que ya han decidido hacerlo, tienen preferencia para acceder a los llamados “fondos verdes”. El sentido: transformar la huella de carbono En todos los edificios donde están ubicadas las 14 empresas del Grupo, se están instalando sistemas de energía dual. “Desde este año, en Metropolitan Touring cobramos a nuestros clientes una tarifa por la huella de carbono que cada uno deja en su viaje; recursos que van directamente a un fondo fiduciario. Tenemos un estudio computarizado que mide las emisiones de carbono del turista, cualquiera que este sea su recorrido”, explica Sevilla. En esta primera etapa, Fundación Futuro (organización sin fines de lucro de Grupo Futuro), adquirió 2.500 hectáreas de bosques primarios en el Chocó Andino de Pichincha, con capacidad de absorber un total 12.500 toneladas de carbono. “Sin embargo, los esfuerzos para reducir las emisiones que genera nuestra operación no son suficientes, porque no llegamos a compensar la huella de carbono que dejan los más de 14.000 viajeros que visitan Ecuador, pues son 25.000 toneladas que son emitidas por sus visita. Requerimos otras 2.500 héctareas de bosques para absorber esa diferencia”, acota. Por ello, la Fundación ha llegado a acuerdos con los campesinos que habitan estos bosques, invitándolos a conservarlos con un pago anual por servicios ecosistémicos. “Para cumplirlo, hemos fijado una tarifa alta: si el mercado paga USD 5 por tonelada, nosotros pagamos USD 16, osea el triple. En fin, estas son medidas fundamentales, reales y directas, que estamos asumiendo; es un esfuerzo por convencimiento que nos permitirá reducir las desigualdades al generar círculos virtuosos con la comunidad, al permitirnos recaudar recursos económicos para financiar nuestro programa, invertir recursos en conservación, restauración de áreas frágiles y acuerdos de conservación”, explica. Sin embargo, para el empresario el panorama es poco alentador si no se toman medidas drásticas. “Lamentablemente, estamos viviendo una sexta extinción. Estamos hablando que, si no se logra un cambio radical en el uso energético para el 2100, la temperatura atmosférica aumentará más de 4 0C, un nivel que no resistirían ninguna forma de vida actual. Entonces, ¿cómo será el desarrollo de la agricultura? ¿cómo va a funcionar el cuerpo humano cuando los efectos de calentamiento global hagan del planeta un lugar inhabitable?, ¿cómo enfrentaremos la mortandad masiva sobre todo en lugares como India o Bangladesh?, ¿cómo haremos frente a los éxodos migratorios?. De aquí a seis meses comienza a aplicarse el plan que tiene el Acuerdo de París para bajar en un 50%, el consumo de todos los combustibles fósiles: petróleo, carbón y gas. Nos quedan 10 años para actuar, esa es la realidad.